Algunos aspectos de la vida de Víctor González Gil
En realidad es Pilar García la artífice de la aparición de estas páginas en internet. Ella es la que tras múltiples gestiones consiguió en 2006, su propósito de realizar una exposición en Talavera de la Reina, con las obras de mi padre, Víctor González Gil. Aunque no nos conocíamos, logró localizarme en Pontevedra, para explicarme sus propósitos. Y a partir de ese momento, realizó múltiples gestiones hasta lograr inaugurar la exposición. Gracias a ella para la exposición se efectuó un libro, con una amplia muestra de la obra de mi padre, así como diversos artículos sobre su vida y obra, realizados por ella, Rafael Flórez “El Alfaqueque” y Antonio Bonet Salamanca. Y con este inicio fui madurando la posibilidad de dar a conocer sobre todo las esculturas realizadas por mi padre.
Pese a la amplitud de la muestra, la obra realizada por mi padre, es muy extensa. La posibilidad de mostrarla en internet, y la existencia de fotografías, artículos de prensa, y algún otro material, me permite mostrarla a través de este medio, sobre todo con fotografías de sus obras; pues creo que lo fundamental es verlas.
Con objeto de tener un conocimiento escueto, pero lo más completo posible de la vida de mi padre, realicé la página de su “Breve biografía”, donde se marcan las fechas y elementos esenciales de su vida artística.
Por si alguien deseara tener más datos sobre su vida, el acceso a aspectos concretos se obtiene en las páginas de “expediente académico”, “galardones”, “publicaciones” y “nombramiento de académico” de la Real Academia de Toledo. Sus relaciones con destacados literatos, me invitó a añadir el artículo de Umbral sobre los depurados. Y por último la relación de artículos de prensa que había ido coleccionando mi padre, sobre las obras que a lo largo de su vida fue realizando.
La biografía de mi padre, no me parecía razonable que la escribiera yo, prefiero que fueran otros quienes la desarrollaran; pues la realizada por mi pudiera resultar menos objetiva. Y la realidad es que los trabajos realizados por Rafael Flórez “El Alfaqueque” y Antonio Bonet Salamanca, con motivo de la exposición en Talavera de la Reina, merecen ser recogidos (aunque solo lo haga en parte, dada su gran extensión), al contener datos biográficos y ambiente de la época, que permiten a quienes estén interesados, ampliar su biografía, y, entender cómo eran las tertulias, en especial la del Café Pombo.
Hay algunos detalles y aspectos de su vida, que solo quien ha convivido muchos años con él, los conoce en su total integridad; y solo a algunos de ellos me voy a referir.
Mis padres venían de muy distinta procedencia. Mi madre, madrileña, estudió en el Liceo Francés, dominaba el francés e ingles, tenía conocimientos administrativos, y llevaba la correspondencia con el extranjero de la Librería Médica. Mi padre de familia muy modesta, que vivía en Talavera de la Reina, solo tenía unos conocimientos de cultura muy generales, como era lo habitual en esa época para las clases modestas.
Pese a tales carencias, en Talavera se tenía conocimientos de la existencia de otra cultura en otros sitios. Y Madrid, dentro del país, era uno de esos lugares. Víctor muy jovencito, progresa en sus estudios, además de en las técnicas para su escultura, en Artes y Oficios en Toledo. Pero quiere algo más y sabe que puede que lo encuentre en la Capital.
Es un paso de gigantes, entrar en la Escuela de Bellas Artes y sobresalir, y aún mayor, el encontrarse dentro del ambiente de las tertulias, donde conoce a Ramón Gómez de la Serna, entre otros personajes del arte y literatura de la época Solana, Neruda, Vicente Aleixandre; por lo que acaba siendo un asiduo de varias tertulias madrileñas.
Y es evidente que la carencia de esos círculos culturales en Talavera de la Reina, él la quiere suplir y corregir, acercando a su pueblo la existente en Madrid. Y nace su revista Rumbos. En la que aparecen textos de poesía y prosa de clásicos, mezclado con sobresalientes y espléndidos colaboradores, entre los que destacan Miguel Hernández y Rafael Morales.
Su deseo de esa cultura, sobre todo literaria, la conozco por encontrar diversos libros de encuadernación barata, editados en los años treinta que adquiría, pese a su escasa pensión. Y en los que se encontraban y leí desde poemas del Mío Cid, diversos clásicos, hasta aquel de los ojos de don Martín, cuyo estribillo decía:
Los ojos de don Martín, no son de hombre,
Madre, que de mujer son…