DE VIDA Y BIOGRAFIA
"Cansado estoy de trajinar desvanes".
(Lope de Vega)
Esto que ofrezco al lector es lo menos que podía hacer justiciera, fervorosa, testimonialmente por un amigo de ilusiones, tertulias y fatigas, cada uno con sus armas tomar, con su arco y su carcaj de flechas. Cada uno con su puntería más/menos afinada. Y de tantos y tantos y tantos amigos compartidores de vida y esperanza. Si un verdadero amigo es la sombra blanca de uno mismo, según la greguería de nuestro RAMÓN del alma nuestra, del alma nuestra RAMÓN (RAMÓN Gómez de la Serna), mucho, muy mucho, de lo que puedo contar de Víctor González Gil constituye vital lastre (que no remora) de mis Memorias. De "La insoportada levedad del ser Alfaqueque". Y antes desde mi sementera, mi semilla sin morir y periodismo aparte, de libros como "Mío Jardiel", Eugenio d´Ors o un lujo de España", "Solana o El que trajo las gallinejas del Arte", "Eduardo Vicente", “Ramón de Ramones” o “Camilo de Camilos". Sin olvidarme los ocho años a micrófono abierto por RNE (Radio Nacional de España/Tercer Programa) narrando mis "Episodios Nacionales de Café”.
Vida y biografía no son exactamente lo mismo, me enseñó --en su conversar discreto, pausado, de café --también nuestro Gerardo Diego. La biografía se escribe. La vida se vive. Desaparecido el hombre en el misterio de la muerte, queda su recuerdo para los que le amaron, le conocieron le odiaron o le admiraron, conforme al desgaire cordial e intimista del poeta, matizándome vida y biografía, digo.
Víctor González Gil fue otra de las muchísimas víctimas sobrevivientes de nuestra Guerra Civil (1936 en adelante), pues de no haber sucedido hubiese desarrollado --de seguro--toda una labor más allá y más acá que la de su culminante imaginería o santería (minimizada obra para obtusos de Gregorio Fernández y Montañés), eternizándose con su innata virilidad artística--fijación por Julio Antonio y Victorio Macho-- en los mundillos civiles y "militares" tal sus coetáneos
de aproximada línea escultórica. De los otros es mejor no hablar, por respeto y reconocimiento a Víctor González Gil. Cierto crítico amigo nuestro, notario de nuestras farras tertulieras, prolífico colega mío y excelente persona, cuyo nombre revelaré más adelante, se cegaba de la cruda realidad de nuestra posguerra al perfilar una de sus críticas: "No se entiende que Víctor es solamente imaginero de simples consecuencias artesanas. Su aprendizaje de escultor tuvo todos los quilates y exigencias de un temperamento excepcionalmente creador".
Cuánto te hubiese gustado, querido Víctor, y además divertido, regocijado en expresión alborotadora, leerte lo que va a continuación haciendo balance vital de tu "personal e intransferible vivencialismo". De tu "otro vivencialismo". Nuestro Gerardo Diego me insistía que hay algo más importante que una biografía, algo que diferencia aun dentro de los hombres que perduran algún tiempo después de su muerte, algo que diferencia a los que tienen biografía de los que además tuvieron vida, una verdadera vida, digna de tal nombre.
Tu vida es ansí, valiéndome de aquel descrito escudo de la plaza de Navaridas, con sus corazones y sus puñales y su dolorosa sentencia, de una de las magistrales novelas de don Pío Baroja (a pesar de lo que diga Paquito Umbral) así titulada. "!El mundo es ansí! !Es decir, todo es crueldad, barbarie, ingratitud!".
Como la vida que te dieron, querido Víctor, como la vida que te dieron. |